-¡Que bonito día!
Ignis había salido a pasear por el jardín del palacio, hacía un buen día, cielo azul, buena temperatura...
-Ignis ven, por favor.
-Si Aldana, dime.
-Preparate, nos vamos.
-¿A dónde?
-A un sitio que te va a gustar - Aldana sonrió-.
Ignis entró en"la pequeña casa", recogió una pequeña bolsa de cuero y guardó en ella unos panecillos dulces, se la cargó a las espalda y dijo:
-Ya estoy lista.
-¿Piensas ir con esa ropa?- dijo Caeli que acababa de llegar-.
-Si, ¿qué hay de malo en ella?
Ignis llevaba un largo vestido de algodon. Con el tiempo que había pasado en Gaheim se había acostumbrado a vestir como las gentes de aquel lugar.
-Cambiate y ponte ropa cómoda.
-Vale...
Entró en su cuarto, después de cambiarse volvió a coger la bolsa con los panecillos y salió al salón.
-Asi esta mejor- dijo Aldana-.
Ignis se había puesto unas botas altas de cuero una camisola negra y unos pantalones cortos tambien negros.
-Vámonos pues.
En la salida del palacio les esperaba Neyén.
Les llevó hasta un lugar de la región del bosque en el que Ignis nunca había estado.
-¿Cómo se llama este lugar?
-Estamos cerca del templo de Gaia, el principal lugar de culto de toda la región del bosque.
-Aquí vive ella.
-¿Ella?
-La dama Laufey. La mejor guerrera de toda la región de la tierra. En la última batalla, la de la playa, no te la pudimos presentar debido a que no había mucho tiempo, nos estaban atacando y como supongo recordarás, las cosas no acabaron muy bien.
- ¿Y qué es lo que vamos ha hacer aquí?
-Vamos a buscarte un arma. A parte de luchar , Laufey es una gran herrera, ella ha creado la mayor parte de las armas de los reyes de Gaheim.
-Hoy visitaremos su armería- dijo Caeli- y puede que nos de tiempo a enseñarte el templo.
Cuando aterrizaron en una extensa llanura cubierta de verde Ignis pudo distinguir dos cosas: la primera fue una pequeña y humilde cabaña de madera que se encontraba a unos pocos metros de su posición, la otra era una gran edificación que se divisaba en la distancia, Ignis imaginó que sería el templo de Gaia.
Entraron en la cabaña sin ni siquiera llamar a su puerta, en una de las habitaciones de aquel humilde lugar estaba ella, la dama Laufey. Era bastante alta y fuerte, sus rasgos exóticos le daban un toque enigmático a su rostro y su corto cabello oscuro endurecía sus facciones.
-Buenos días,¿tú eres Ignis verdad?.
-Sí.
-Encantada -la sonrisa de la dama Laufey era hermosa y tranquilizadora-.
-Dejémonos de presentaciones- dijo Aldana, interrumpiendo las conversación como de costumbre-.Necesitamos que la encuentres un arma perfecta.
- Por lo que vi en la batalla de la playa vuelas. Eso reducirá un poco la variedad de armas, nos viene bien. Acompañadme.
Laufey desplazó hacia un lado la gran mesa redonda de madera que había en la sala, a Ignis le recordaba a los muebles de la "pequeña casa", debajo había una trampilla. Laufey la levantó y todas bajaron por las pequeñas escaleras que conectaban la cabaña con la parte de abajo.
Cuando todas llegaron e la parte de abajo se encontraron con un pasadizo oscuro y estrecho.Avanzaron por el con la única luz de una antorcha y llegaron a una pequeña puerta metálica. La cruzaron y entraron en una gran sala con muchas puertas similares a las que ellas habían cruzado. En la zona más alta se sostenían unos salientes de los que venían unos ruidos extraños.
-Podéis salir, no os harán daño.
De los salientes comenzaron a salir grandes aves de plumaje dorado.
-Son mis niños- dijo Laufey-. Ellos me ayudan y yo les doy refugio
- ¿A dónde lleva cada una de esas puertas?.
- Todo es una gran armería pero esta bien organizada. Cada puerta lleva a una sala en la que se guardan un tipo concreto de armas.
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