Ignis y Caeli se levantaron de la cama. Desayunaron y fueron
a cambiarse la ropa. Todavía no había amanecido.
Ignis se puso un corset de cuero de color marrón que tenía
placas metálicas con grabaciones en forma de dragón, unos pantalones cortos del
mismo tono que el corset y unas botas con telas trenzadas que la cubrían las
piernas hasta las rodillas.
Caeli se puso una armadura similar a la que Aldana llevaba
el día anterior, pero era de plata y en la zona del pecho tenía grabadas dos
enormes alas, parecían de un cisne. Llevaba unas mallas negras ajustadas que le
cubrían solo la mitad del muslo y unas botas también de color negro. Sustituyó
su habitual coleta por una trenza que la caía por el hombro derecho.
Cuando terminaron el sol ya asomaba sus brillantes rayos en
el horizonte, salieron del palacio. En la entrada había un pequeño ejército, compuesto
por diferentes seres, el resto había marchado con Aldana la noche anterior. Ignis
se fijó que entre esos seres también había humanos, pero tenían la piel muy
oscura, Caeli le explicó que procedían del desierto de Yue, que se encontraba
en la región del fuego.
Cuando Ignis pasó al lado de los moradores de Yue, para
montar a Neyén como Caeli le había dicho, estos hicieron una reverencia, ella
se sorprendió.
-Los dragones nos llevarán a la costa.
Todos subieron a un dragón, incluidas Caeli e Ignis, que
montaron en Neyén.
Cuando llegaron vieron un no muy agradable paisaje. Había
bastantes heridos, y la playa que había sido el hogar de Ignis durante unos
meses ahora más bien parecía un agujero lleno de cenizas y muerte.
Entonces, Aldana apareció.
-Son muy fuertes, de momento hemos aguantado los ataques,
menos mal que habéis llegado, no has enviado trasgos, esos malditos bichejos no
han parado de atacar. Ahora estamos en una especie de tregua, hasta que vuelvan
a enviarnos más bichos de esos.
Ignis ayudó a curar a los heridos, Caeli y Aldana hicieron
lo mismo.
Cuando más calmado parecía estar el lugar fue cuando los
oscuros volvieron a atacar.
-¡Preparaos! ¡Nos atacan! - grito Aldana-, ahora que sabes
utilizar la magia demuéstrales a esos malnacidos de lo que estamos hechos.
Aldana montó en Wirak, Caeli hizo lo mismo con Neyén.
-¡Saca esas bonitas alas de fuego grito!- Caeli desde las
alturas-.
Ignis así lo hizo, sus hermosas y grandes alas surgieron de
su espalda. Levantó el vuelo y se dirigió hacia la zona donde más seres se
agrupaban.
Vio como a lo lejos cientos de barcos con formas bastante
singulares se dirigían hacia la playa.
De ellos comenzaron a salir unos seres amorfos de color
negruzco, que se tiraban al agua evaporizándola y avanzando en medio de una nube de vapor. Cuando llegaban a
la playa calcinaban todo lo que tocaban.
-¡Son GESGANCHS!
-¿Gesganchs?-preguntó Ignis-.
-Son de tu región viven escondidos en las arenas que rodean
los 12 volcanes de Cronos, son seres incandescentes que arrasan y calcinan todo
lo que encuentran a su paso.
Solo los seres de tu región y los de la región del agua pueden
vencerlos, lo malo es que la mayoría de los habitantes de la región del agua
son ahora sumisos de los oscuros. Las sirenas, los hipocampos, las serpientes
marinas, las ondinas… todos están a su lado por culpa de esos malditos
hechizos, que les vacían la mente.
Aldana incendiaba flechas y luego las lanzaba contra los
barcos para hundirlos.
Caeli en un intento por apagar el fuego de los gesganchs,
que ya habían llegado a la playa, les disparaba corrientes de aire helado, pero
esto solo conseguía impedirles avanzar unos segundo.
Los moradores de Yue eran los únicos que conseguían deshacerse
de ellos.
De repente vieron como en medio de todo el vapor producido
por los gesganchs aparecía una figura masculina. Cuando se pudo distinguir el
rostro de aquella persona Ignis vio como en la cara de Aldana se producía una
mueca de dolor y repulsión al mismo tiempo.
Le oyó pronunciar su nombre:
-Eis.
¿Ese chico era Eis?, Ignis se lo había imaginado de otra
manera , pensó que sería más mayor, en realidad solo tendría unos diecisiete
años, también la imagen que tenía de su físico en la cabeza era diferente al
aspecto real, se lo había imaginado rudo, fuerte, con rasgos duros, muy alto, y
sí, el muchacho era alto y fuerte, pero sus rasgos más bien eran aniñados e inocentes,
era bastante atractivo, tenía el pelo negro como el carbón y los ojos en un
color verde claro que contenían rabia y odio, pero a la vez angustia,
desesperación, miedo. Esto sorprendió a Ignis, ¿Cómo un muchacho con esos rasgos
tan dulces podía ser tan peligroso, y como una mirada podía contener todos esos
sentimientos tan contradictorios?.
El chico dejó caer su extraña mirada sobre Ignis y sonrió,
con un rápido movimiento la lanzó unas
pequeñas pero letales dagas de hielo que surgieron de sus manos, Ignis
consiguió reaccionar a tiempo y derritió con una llamarada las mortíferas
dagas.
Ignis le miró fijamente, no sin un gesto de preocupación en
el rostro. Vio como pronunciaba unas palabras, e intentó leerle los labios.
-Veo que eres fuerte – entendió Ignis-.
Ignis se acerco a él para poder oírle y no tener que descifrar
en sus labios lo que decía.
-No te pienses que por ser joven soy más torpe.
-No lo pienso- él sonrió y la miró fijamente-.
Ignis se sintió intimidada, de pronto Eis atacó de nuevo con
más dagas de hielo.
Ignis reaccionó un
poco tarde y algunos de ellos se le clavaron en los brazos y en las piernas, unos
pocos incluso la rozaron el cuello. Ignis
chilló y cayó al suelo, el dolor era muy intenso.
Cuando Eis fue a rematar la tarea apareció Caeli, le propinó
una potente patada y lo lanzó con una fuerte ráfaga de viento contra la
cubierta de uno de los barcos que se encontraban todavía lejos de la playa.
-Gracias.-
Ignis no paraba de sollozar, el dolor era prácticamente insoportable.
Comenzó a sacarse las dagas de la piel y cuando terminó, no
sin mucho esfuerzo, consiguió levantarse.
-Voy a luchar.
-Pero… ¡estas herida!.
-Eso da igual, mi deber es luchar, y eso es lo que voy a
hacer, cueste lo que cueste.
De nuevo emprendió el vuelo sin que a Caeli la diera tiempo
a detenerla, lanzó varias bolas de fuego que hundieron bastantes barcos y
consiguió deshacerse de decenas de gesganchs.
Cuando el ejército de los oscuros empezó a debilitarse,
comenzaron a dar media vuelta, los gesganchs ya no atacaban, ahora huían en
dirección a una flota que estaba prácticamente derruida.
Vio como en uno de los barcos un chico alto de cabello negro
observaba la escena.

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