Ignis salió de su cabaña cuando aún estaba amaneciendo. Hacía
un poco de frío, se notaba que se acercaba el otoño.
Ya habían pasado cuatro meses desde que Aldana la había
dejado allí para que aprendiese a controlar sus poderes y la verdad es que esa
soledad había dado resultado. Ignis había aprendido a concentrarse, a encontrar
su energía interior y lo más importante a saber aprovecharla en sus hechizos. Aldana
tenía razón aquello no era tan difícil, realmente cuando aprendías a sentir tu energía
todo lo demás era muy sencillo.
En los meses que Ignis llevaba en aquella playa había tenido
que valerse por si sola, y eso había hecho que madurara.
Ya sabía transportarse instantáneamente a los lugares que
ella quería de la playa, a dar vida a una flor, crear comida, luz, atuendos,
etc. Y todo esto solo con magia.
Podía haber vuelto perfectamente al palacio de Gea si ella
hubiese querido, pero prefirió quedarse allí hasta que realmente sus poderes
estuviesen lo suficientemente desarrollados.
Ya era el día, el día en el que su soledad acabaría. Volvía
junto a Aldana y Caeli.
Hizo desaparecer la cabaña que había sido su hogar durante
esos meses y decidió que el tele-transporte no era la mejor manera de volver
junto a sus dos amigas. En realidad sería más divertido volver volando, se
concentró, y de su espalda brotaron dos grandes y hermosas alas con plumas
rojizas.
En el tiempo que llevaba en la playa, Ignis se había dado
cuenta de que todos los hechizos que realizaba, al fin y al cabo acababan
teniendo una relación con el fuego. Por ejemplo cuando hizo desaparecer la
cabaña esta se convirtió en ceniza.
Emprendió el vuelo hacia el palacio, cruzó los montes donde
hace cuatro meses Caeli la había llevado, también vio a lo lejos el bosque de Ésus,
como ella recordaba, irradiando belleza.
Al llegar al palacio, lo sobrevoló y vio a una joven de pelo rojizo caminar por el
gran pasillo de las cúpulas de cristal.
Aterrizó delante del gran portón del palacio y entró. Corrió
hacia el pasillo de las cúpulas y allí encontró a Aldana como esperaba. Las dos se fundieron en
un gran abrazo.
-¡Lo has conseguido!
- Bueno realmente lo conseguí hace un mes, pero decidí que
debía controlar mis poderes todo lo que pudiese.
- Ya veo. Por cierto, bonitas alas.
-A, sí - Ignis hizo un pequeño gesto con la mano derecha y
las alas desaparecieron-.
-Que control -Aldana sonrió-.
Ignis rió timidamente.
-¿Por cierto dónde esta Caeli?
-Ha ido ha hacer unas cosas, vendrá dentro de un rato.
Ignis se dirigió hacia la pequeña casita del palacio y
decidió darse una ducha. Cuando terminó se
puso uno de los bonitos vestidos que había en el armario de su habitación y
salió al salón.
Allí estaba Caeli. La abrazó con fuerza.
-¡Por fin has regresado!
-¡Sí!
- Estarás cansada ¿verdad?, prepararé algo rico para comer, tú
siéntate.
Ignis se sentó, cuando Caeli terminó de cocinar llevó la
comida al salón donde se encontraba Ignis.
Había preparado unos pastelitos de alga dulce y como no, néctar
de odix.

Me gusta mucho, querida Ignis, sigue asi. Any
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