viernes, 6 de enero de 2012

3. Aldana

Ignis seguía sin dar crédito a lo que viendo, pero era demasiado curiosa.
-¿Quién eres? ¿De dónde vienes?
La joven no respondió.
-¿Por qué no me respondes? ¿No hablas un idioma? – dijo Ignis.
La chica seguía sin pronunciar palabra. De pronto habló.
-¿Cómo te llamas?
-Creo que no es de tu incumbencia -dijo Ignis.
Lo siento, no quería ser brusca. Comenzaré presentándome yo. Mi nombre es Aldana y como puedes ver no soy como tu, soy un elfo y necesito tu ayuda.
Ignis la miro con desconfianza.
-¿Y para que se supone que necesitas mi ayuda?
- Aquí no puedo hablar, puede que alguien nos esté oyendo y créeme lo que te voy acontar no es una cosa muy común además podrían verme y no soy exactamente igual que un humano. Pero digamos que tu tienes algo que nosotros necesitamos.
-¿Vosotros? ¿De que estas hablando?
Ignis ya no sabia que pensar, ¿tenía que confiar en esa chica/elfo que acababa de conocer? ¿quién era ella?¿Y qué era lo que tenia ella para que la necesitasen?

Aldana la miró con impaciencia.
-Mira no tengo todo el tiempo del mundo. Tienes dos opciones, la primera es venir conmigo a un sitio al que podamos hablar sin ser vistas o escuchadas y la segunda es que decidas irte sin intentar ayudarnos.
Ignis se lo pensó. Por una parte si lo que decía Aldana era verdad la tendría que ayudar o la quedaría un cargo de conciencia, pero por otro lado la podía estar mintiendo. Decidió no pensarlo más. Vio que Aldana cada vez se impacientaba más y acepto ir con ella.
Aldana sonrío y como por arte de magia aparecieron en una sala extrañamente decorada.
Era bastante amplia, pero no tenía muchos muebles. Solo había una mesa grande en el centro rodeada de cojines y dos o tres estanterías con libros polvorientos.
Aldana se sentó sobre los cojines y la indicó a Ignis que hiciera lo mismo.
La chica asintió con la cabeza y se sentó enfrente de ella.
-Ignis tu eres especial…
-¿Pero a que te refieres con especial?
Ignis aparte de curiosa era bastante impaciente y siempre pretendía saber las cosas antes de que se las contaran.
-Primero déjame terminar. Bueno lo que iba diciendo es que eres especial porque digamos… se que te va a costar entenderlo… tienes un poder que necesitamos para poder ganar una guerra.
- Pero eso es imposible, yo no tengo nada de especial. Vivo en Madrid, voy al instituto, quedo con mis amigos… soy una chica totalmente normal. Además si tuviese ese poder que dices ¿no crees que ya me habría dado cuenta?.
-Eso pensaba yo, pero estudiar detenidamente a los humanos me ha enseñado que no sabéis ver mas allá, solo aprecias lo material, lo que podéis ver y tocar, y no os dais cuenta de que también existe la magia. Su existencia no tiene ninguna explicación y lo que no tiene explicación para vosotros no es nada. Pero ese poder esta en ti aunque tu no puedas percibirlo, lo único que te hace falta es aprender a controlarlo y usarlo cuando lo necesites.
-¿Y cual es ese poder? Porque yo he leído que la magia tiene diferentes fuentes de energía y existe gracias a los cuatro elementos.
- Eso que has leído es del todo cierto. La magia proviene de los cuatro elementos pero también del espíritu, si no crees en ella, no existe. Tu poder procede del elemento del fuego. Digamos que no eres del todo humana. Aunque visto lo visto te han educado como a una así que esto explica lo de que no puedas percibir tu poder.

-Pero si no soy humana… entonces mi madre no es… ¡No eso es imposible!
Yo he nacido en irlanda al igual que mis dos padres.
-¿De verdad lo crees?
- Sí. Y si no ¿Por qué me habría mentido mi madre? ¿Qué gana ella ocultándome la verdad?
- No gana nada, solo lo hace para protegerte.
-¿Para protegerme de quién?
-De ellos.
-¿Quiénes son ellos?
- Los oscuros, los que odian la magia, los que quieren arrasar el lugar de donde provengo, los que han matado a toda mi familia.
En la cara de Aldana apareció una mueca de dolor y luego ese dolor se transformo en odio, como si en lo mas profundo de su corazón hubiese una espina clavada que la estaba hiriendo pero que a la vez la hacia mas fuerte y despertaba en ella la sed de venganza.
-Mira Ignis si no estuviésemos totalmente desesperados no habríamos venido a buscar ayuda, esos malditos están masacrando todo nuestro bonito mundo, solo por la avaricia de querer tenerlo todo y créeme si no les paramos los pies también irán a por el tuyo.
-Entiendo…me lo tengo que pensar, entiende que es una gran carga para mi y que la decisión tiene que conllevar un tiempo.
- Me parece justo que te tomes un tiempo para pensarlo, pero ten en cuenta que cada minuto que tardas en pensarlo un ser deja de respirar.
-Te prometo que no tardaré mucho en decidir.
Ignis miro su reloj. Marcaba las nueve y media. ¡Llegaba  tarde a casa!
-Aldana lo siento pero me tengo que marchar, ya llego tarde a casa ¿Cuándo y donde te puedo comunicarte mi decisión?
-El viernes que viene en la estatua del ángel caído.
Eso es lo ultimo que puedo oír de Aldana antes de que de la misma manera que había aparecido en esa extraña sala, se encontraba ahora en la puerta de su casa.



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