viernes, 20 de enero de 2012

8.El banquete.

Ignis salió de la ducha, se puso una toalla cubriéndola el cuerpo y se dirigió a su cuarto.
Empezó a rebuscar en el armario, se estaba estresando, todos los vestidos la gustaban.
Decidió investigar en los dos cajoncitos que había en la parte inferior del armario y encontró ropa de cambio de una especie de tela muy suave, parecía seda. Se puso la muda y volvió a rebuscar entre los vestidos. Al fin encontró el vestido perfecto. Se lo puso. Era morado oscuro, tanto que parecía negro. Tenia el cuello cuadrado, las mangas  hasta los codos y la llegaba hasta rozar el suelo.
Encontró unos zapatos preciosos al final del armario, eran negros y  pensó que no podía tener más suerte.
Se dirigió de nuevo al baño, al pasar por la sala principal no vió a Aldana, la oyó canturrear Seize the Day de Avenged Sevenfold  desde su cuarto y pensó que estaría arreglándose.
En el baño había dos cepillos de madera. En cada uno había una letra tallada, cogió el que tenía una “I” y se desenredó el pelo.
Cuando terminó de  cepillarse el cabello se dio cuenta de que se la estaban formando unos pequeños tirabuzones. Normalmente llevaba el pelo liso porque la resultaba mas cómodo, pero sin plancha de pelo no había manera de alisárselo y ahora no tenía ninguna. Se dirigió de nuevo a su habitación, se puso los pendientes que había guardado en la mesilla y decidió  ir a la sala a esperar que terminase Aldana.
Aldana salió de su cuarto, llevaba un vestido rojo, largo y muy bonito.
-Estas preciosa -dijeron las dos a la vez al verse-.
.¿Ya estas lista, no?- dijo Aldana-.
-Sí.
-Pues vayamos al banquete.
Después de pasar por muchos lugares, llegaron a un enorme salón con una gran mesa llena de comensales.
-Esta es Ignis -dijo Aldana en voz alta-.
Todos la miraron e Ignis se sintió un poco incomoda, pero esa incomodidad no duró mucho tiempo. Ignis se dió cuenta de que todos la sonreían cuando pasaba a su lado.
Todo era muy extraño, en aquel lugar había elfos, hadas, humanos, duendes, enanos… era como un cuento.
-Ignis ven  a sentarte conmigo, cuando venga te quiero presentar a una persona muy especial e importante para nuestra lucha contra los oscuros. No tardará.
Ignis se sentó al lado de Aldana, unos duendecillos comenzaron a tocar una agradable música con sus pequeños violines y sus diminutas flautitas. En un lado se encontraba Aldana y en el otro una silla vacía. Ignis supuso que era para esa persona importante que tenía que venir.
-No te preocupes dentro de poco ella vendrá y te la presentaré.
Pero esa noche no apareció. Termino  el banquete y todos lo invitados se marcharon, también se fueron Aldana e Ignis, que volvieron a sus respectivos cuartos. Ignis se quitó el vestido y se acostó. Estaba agotada. Y puesto que Aldana le había dicho que tenía que descansar porque el día siguiente seria bastante duro , ni se la pasó por la cabeza la idea de leer un rato, se acostó y se quedo profundamente dormida.


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