Era ya domingo, Ignis estaba estresada, Aldana todavía no había aparecido, ella la dijo que iría a buscarla cuando fuera el momento, pero a Ignis le daba la sensación de que ese momento no iba a llegar nunca. El sábado se había pasado todo el día con su madre, repitiéndola que no tenía que preocuparse, que intentaría comunicarse con ella todos los días y lo más importante, que la quería.
Había pensado que debía prepararse una mochila con las cosas que iba a llevarse cuando Aldana fuese a buscarla, ya que podía llegar en cualquier momento. También grabo un video y escribió una carta de despedida. El video era para Tanev y Miriam, y la carta para su madre por si cuando apareciese Aldana, no se pudiera despedir.
No paraba de pensar que su vida cambiaria completamente en cuanto dejase su hogar y se fuese a Gaheim. Ya no podría estar con madre ni con sus amigos todos los días, y cabía la posibilidad de que no volviera a verlos.
Eran ya las diez y media, su madre se había acostado, porque quisiera o no al día siguiente tenia que trabajar. Ella estaba leyendo.
De repente Aldana apareció en su habitación.
-Es el momento, tenemos que irnos.
-Espera por favor, solo te pido un minuto.
-Vale, pero no tardes.
Ignis salio corriendo hacia la habitación de su madre, la dejo la carta de despedida sobre la mesilla, la susurro que la quería y la dio un beso en la mejilla.
Volvió a su habitación, guardó el libro que estaba leyendo en la mochila y le dijo a Aldana:
-Ya podemos irnos.
Aparecieron en la sala donde siempre hablaban Aldana y ella.
- Sígueme - dijo Aldana-.
Ignis se dio cuenta de que se dirigían a una puerta que nunca antes había visto.
- Sígueme - dijo Aldana-.
Ignis se dio cuenta de que se dirigían a una puerta que nunca antes había visto.
Detrás de esa puerta había un enorme corredor. Era precioso, se encontraban atravesando una gran fila de árboles y la distancia que separaba un árbol de otro(que siempre era la misma) la ocupaban gigantescas cúpulas de cristal.
Al fondo del corredor había un portón, caminaron hacia el y al pasarlo se encontraron en lo que parecía el salón del trono de un castillo.
Pasaron ese salón y llegaron a otro corredor, pero mas pequeño y no tan bonito como el anterior, entraron en una sala. La sala tenia dos butacones, una mesa redonda de madera y cinco arcos que daban cada uno a una habitación.
Había dos dormitorios, una especie de “cocina” a lo antiguo, un cuarto de baño al estilo de la cocina y una pequeña salita con un ventanal y un telescopio, parecía un mini-observatorio.
-Este será tu nuevo hogar y ese de allí será tu cuarto.
- ¿Un cuarto solo para mi?
-Sí. Ve y deja tus cosas.
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